Durante un tiempo vivimos en Irlanda, en plena Naturaleza. De esos años, sólo por el hecho de vivir donde vivimos, nos llevamos un número enorme de regalos y aprendizajes.
Uno de los que más atesoro, fue el hecho de que nuestro hacer en el día a día estaba totalmente ligado a las estaciones. Cada una de ellas tenía su actividad, ya fuese de tipo de trabajo que hubiera que hacer en el huerto o en el terreno, por el tipo de ocio, por el cambio en la vegetación y el paisaje.
En primavera o verano, pasas muchísimo tiempo fuera. Hay mucho, mucho por hacer. En el huerto, la lista de cuidados en enorme. Tienes que segar o mover a los animales a distintos prados para que vayan comiendo el pasto que crece sin mesura. Aprovechar para hacer arreglos en los exteriores, pintar, reparar. Las plantas reverdecen, la vida fluye. En tus ratos libres piensas en lugares en los que darte un baño y estar calentándote al sol: el río, el lago… Mil paseos por el bosque.
Según se van acortando los días, la actividad se ralentiza. Tras haber recogido lo que el huerto te ha dado, te ocupas de procesarlo, por lo que pasas algo más de tiempo dentro: cocinas, haces conservas. La noche se cierne antes, fuera no hay luz, así que no hay otra que recogerse dentro al calor de la estufa. Reuniones en casas de amigos, leer, aprender, tejer, charlar, planear… actividades hacia dentro.
Podría extenderme muchísimo poniendo ejemplos de diferentes rutinas en cada una de estas áreas, dependiendo de la estación en la que nos encontrábamos.
Fue a la vuelta a la ciudad, cuando fuimos conscientes de que, la vida urbana vive prácticamente a espaldas de los cambios de estación, salvo en detalles ínfimos, que son meramente prácticos y organizativos. Cambios de hora, calendarios de vacaciones en el curso escolar, etc. Pero los ritmos son iguales. La actividad no cambia. Aunque anochezca antes, se enciende la luminaria y seguimos como siempre, con los horarios de siempre, el ritmo acelerado de siempre.
Si preguntamos a los más peques sobre las estaciones, te dirán los típicos clichés: en verano hay vacaciones, voy a la piscina y como helados, en otoño caen las hojas, en invierno es Navidad y nieva (a veces), y en primavera salen las flores. Punto.
¿Qué tal si se lo acercamos a los niños y niñas un poco más?. Desde la vivencia, que como con todo lo demás, es lo que de verdad deja huella, sobre todo cuando dejamos que además se maravillen con ello.
Aquí os dejamos cinco ideas para conectarnos con el ciclo de las estaciones:
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Marcar en el calendario los Solsticios y los Equinoccios
Es algo fácil, que no requiere más que un calendario. Pero ya estamos destacando que hay cuatro días especiales en el año, ajenos a toda organización administrativa y humana. Ya los estamos nombrando. Digámoslo en casa, en familia, no dejemos que sean los grandes centros comerciales quienes lo hagan (ya sabéis, ese eslogan de Ya es primavera en…)
Si la edad y el interés van en ello, podemos tocar el motivo de que estos cambios se den en su vertiente astronómica. ¿Por qué estos cambios a lo largo del año? ¿Hay 4 estaciones en todo el planeta? ¿Por qué hay lugares donde todo el año es igual?… ¿Habéis probado a ver cómo se proyectan las sombras en distintos momentos del año?
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Cultivar un huerto, o comprar local y de temporada
Es claro que teniendo el supermercado como fuente principal de alimentos, tenemos la misma disponibilidad de productos frescos prácticamente todo el año. Esto es fruto de las importaciones de otros países o de los cultivos en invernaderos.
No obstante, la realidad es que los alimentos también cuentan con sus ciclos estacionales. Una forma clara de vivirlo, es a través del cultivo de un huerto. Cada temporada es un mundo, cada vegetal se siembra, florece y da sus frutos en su momento.
Somos conscientes de que no todo el mundo tiene espacio o el tiempo suficiente para tener u ocuparse de un huerto. Una alternativa, cultivar unos poquitos vegetales en casa en maceta (macetohuerto) o ver si en tu pueblo o ciudad hay disponibilidad de huertos comunitarios.
Otra opción: ir al mercado de vez en cuando. A diferencia de las grandes superficies, en los mercados locales, sí podemos ver qué productos frescos y de temporada hay. Incluso podemos conocer variedades de vegetales y frutas que no vemos nunca en el súper.
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Observar las migraciones de las aves
Uno de los sucesos de la Naturaleza que más me fascinan, son los movimientos migratorios de las aves. Ellas sí son unas grandes de los ciclos estacionales. Millares de aves viajan cada año cientos de kilómetros de distancia, a lo largo y ancho del planeta, para buscar lugares de invernada o de cría en primavera.
Tenemos la fortuna de que nuestro territorio se encuentra en un lugar de paso de muchas especies viajeras, que o bien vienen a quedarse en invierno o bien transitan por aquí para llegar hasta África. Tenemos unos cuantos lugares a los que acudir para poder ver la llegada de aves como los gansos o las grullas en otoño.
Los humedales suelen ser un lugar excelente para la observación de aves migratorias. En la web de SEO/BirdLife también encontraréis un montón de información útil.
Prismáticos y guía de aves en mano, y a maravillarse con estas viajeras intrépidas.
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Visitar el mismo lugar durante cada estación
¿Tenéis algún enclave natural que os guste especialmente? ¿Algún lugar al que soláis ir con asiduidad? Podemos poner atención a partir de este momento en contemplar cómo este lugar cambia a lo largo del año.
Podemos retratarlo con dibujos, hacer una foto del mismo árbol (o roca, o arbusto…) en cada una de las estaciones. Podemos ver qué gamas de colores predominan en cada una de las visitas. Observar los cambios, hablar de ellos, de porqué caen las hojas, qué sentido tiene que las floración se dé mayoritariamente en primavera. Puede dar lugar a un montón de aprendizajes surgidos de la curiosidad y el asombro.
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Hacer una mesa de estación
La tradición Waldorf está llena de hermosos rituales relacionados con los ciclos de la vida y la Naturaleza. Es desde aquí desde donde surge la tradición de la mesa de la estación.
Su preparación invita a salir a la Naturaleza en busca de elementos que sean característicos y nos inspiren sobre cada estación. Una excusa perfecta para salir en familia, ¿verdad?
Para ilustraros, no puedo dejar de recomendaros el blog de Aguamarina, De mi casa al mundo, que os explica todo sobre esta bonita tradición.
Otra variante que hemos conocido recientemente, y que nos ha encantado, es la corona de estación. Nos lo mostraba Nitdia de 3macarrons en su cuenta de Instagram
Y por supuesto, estar con frecuencia en la Naturaleza, hace que esta percepción por las estaciones llegue por sí sola, sin necesidad de poner intención alguna en ello.
Entrar en relación con las estaciones, es vivir en la realidad, en el dejarte llevar y fluir con la vida. Es vivir un poco más en armonía con el resto de seres vivos con los que viajamos en este planeta, que sí bailan al son de los ciclos anuales. Es simplemente una sensación de conexión maravillosa que todos deberíamos sentir y disfrutar. Porque en realidad, es parte de nosotros.
¿En casa cómo hacéis? ¿te apetece compartirlo?
Me apunto algunas de estas ideas 😀 Nosotros vivimos en el sur, muy al sur, en el estrecho, desde mi casa veo Marruecos jeje. Aqui las estaciones no son tan marcadas. Tanto veranos como inviernos suaves y arboles de hoja pennene. Pero aún así hacemos muchas cosas para estar en sintonía con las estaciones. Tenemos huerto y comemos fruta y verdura estacional, salimos a por setas en otoño que nos encantan, playa y exploración del mar en verano, primavera preparar el huerto, la migración que aquí es brutal, los nidos de los pájaros y la reproducción de los insectos, las flores etc…
¡Qué bonito tiene que ser todo aquello! Es cierto que estáis en un lugar privilegiado para observar los movimientos migratorios. Y ese huerto… ooohhh, ¡buenísimo!
Gracias por tu comentario 🙂
Gracias a ti por las ideas del post 😀