La primera vez que tuve contacto con Bea, fue porque ella estaba buscando vestuario impermeable para los niños y niñas de la escuela. Estaban en proceso de naturalización del patio, y querían que pudieran salir a disfrutarlo a diario, independientemente del tiempo que hiciera. Tuvimos ocasión de intercambiar varios correos. En todo ellos, se entreveía una gran determinación y convencimiento en lo que hacía. Pero cuando me contó el desarrollo de todo ello más ampliamente y en voz, quedé fascinada. Todo el trabajo detrás, su organización con familias, con docentes….
La propuse pues esta entrevista, porque no podía quedarme esto para mi. Esta experiencia quería compartirla para contribuir a que modelos de escuela infantil como este se conozcan más. De dónde parte la iniciativa, cómo se promueve, desde dónde participan las familias y qué retos fundamentales hay que superar. Aquí dejo que lo descubráis de la mano de Beatriz Ferreira, directora de la Escuela Infantil Municipal A Caracola.
Bienvenida, Bea.
Actualmente diriges la Escuela Infantil Municipal A Caracola, situada en el municipio de A Coruña. ¿Qué características tiene?
Es una escuela municipal, de gestión indirecta, a diferencia de aquellas que lleva a Xunta que gestionan directamente ellos. Aquí la gestión de los centros sale a concurso público, y en el caso del Ayuntamiento de A Coruña, se prioriza la gestión por parte de las agrupaciones de maestros, frente a la empresa privada para llevarlo a cabo.
En esta escuela tenemos 3 niveles: 0-1, 1-2 y 2-3, con 82 niños en total. Nos movemos en unas ratios de: 8 en 0-1, 13 en 1-2 y 20 en 2-3, eso por dos aulas en cada nivel.
En A Caracola, nos diferenciamos en que somos una escuela activa, con muchas inquietudes y siempre tratando de mejorar. No nos acomodamos en el conformismo. Estamos en permanente formación y ponemos mucha atención al buen trabajo en equipo.
¿Qué motivó y cuando comenzó el proceso de naturalización del patio?
Ya de base, nuestro modelo de escuela pone la mirada siempre en analizar la infancia y sus necesidades. No infantilizamos al niño, tenemos los espacios cuidados, con minimalismo cromático, usando imágenes de los propios niños, y elementos naturales en todo lo posible.
Además, realizamos apoyo activo de la lactancia materna. Aquí cuidamos que las madres que lo necesiten, puedan tener todas las facilidades para su lactancia. Tengo que decir que, en este centro, todo lo que rodea a la alimentación es un pilar fundamental.
Aquí no ponemos el foco en la adquisición de conocimientos, sino en el “desarrollo lento” y la motricidad. Bajo esa inquietud, y habiendo asistido a diversas formaciones, te das cuenta de que la pedagogía en estas etapas, está más centrada en el propio niño y su desarrollo sensoriomotor. Que un niño sea fuerte, autónomo, no forzar las posturas, etc.
Entonces, teniendo esta mirada, estas inquietudes, naturalizar el exterior era el siguiente paso necesario. Así, y de la mano de nuestra amiga Paz Gonçalves directora del Espacio de Juego en la Naturaleza Amadahi, iniciamos la conquista del patio.
¿Cuáles han sido los principales retos a superar a la hora de poner todo en marcha, y cuáles han sido vuestras principales herramientas para poder llevarlo a la realidad?
El principal reto fue el del vestuario. Era una inversión considerable. Y éramos conscientes de que no todos iban a salir (los lactantes no usan el jardín) Además de que la idea era que saldrían los que quisieran. Entonces pusimos una cifra de unos 30 equipos de peto y chaqueta. Así, esos equipos serían parte del material del propio centro. Los usarían los niños y niñas desde los 2 años en adelante.
La idea inicial, era que el coste lo asumiera la escuela. Pero finalmente incluimos al AMPA, que también aportó. Esos equipamientos fueron asumidos entre el total de familias, independientemente si iban a salir o no. Porque, además, aunque los bebés no iban a usar esa ropa, sí lo harían en los siguientes cursos. Así que cada familia puso unos 15€.
Lo que ha sido fundamental para llevarlo a cabo ha sido esta colaboración con el AMPA. La colaboración con las familias es algo permanentemente presente en todo lo que hacemos. Siempre desde el respeto mutuo. Con las explicaciones previas necesarias, como que no hay mal tiempo, sino mala ropa. Así que desde el principio la colaboración fue propicia.
Luego, al ver la ropa, fue un éxito. Fácil de poner, lo llevan genial. Se visten, se ayudan. Al principio todo fue caos. Es verdad. Y a veces sucede que no hacemos cosas por temer a ese caos. Y de él se sale. Si fuese siempre o tienes que mirar cómo te estás organizando, o si lo que pretendes no funciona.
Luego, en el día a día también ayudan los padres y las madres. En el espacio que hemos adaptado para el cambio de ropa, donde tenemos las botas y la ropa impermeable, las familias se quedan para colaborar vistiendo a los peques a primera hora. Y ayudan a todos, no sólo a los suyos. Es un gusto contar con ellas.
Ahora el equipamiento impermeable es un material más de la escuela, al igual que las ceras o la arcilla. El hecho de incluir en las rutinas el tener que vestirse con los trajes impermeables, es algo que para docentes y familias se hace cuesta arriba sólo de pensarlo. Muchas incluso lo ven inviable. Sin embargo, en vuestro centro es una realidad del día a día. ¿Nos contarías cómo lo organizáis para poder llevarlo a cabo, desde el punto de vista más práctico?
La escuela abre de 8 a 16h. A las 8 llegan los madrugadores. A partir de las 9h, el resto de familias van llegando. En ese momento, hablan con su peque para a ver si quiere ir al jardín o al aula (ponemos énfasis en que no les insistan, deben hacerlo porque realmente quieren). Así, junto a los que llegaron a las 8, se va preparando el grupo para salir.
Cuando todo el mundo está listo y con el vestuario, salen fuera. Ahí están cerca de dos horas. Luego cada profe se va con sus peques de referencia a cada aula.
En un post anterior, Miriam del Blog Desde aquí arriba y yo, poníamos de manifiesto que el hecho de incluir el ritual de vestirse para salir a jugar, supone un motor de aprendizaje más. Un momento para desarrollar las destrezas desde la vida práctica. ¿Cómo viven vuestros peques estos momentos de equiparse antes de salir?
Aquí preferimos fomentar que un niño sea capaz de subirse a un árbol, y haga cosas movido por la curiosidad, a que esté sentado a todas horas adquiriendo conocimientos. Para eso ya habrá tiempo. Del mismo modo, en ese ritual de vestirse, aprenden de todo. Ver a un niño de dos años ayudando a otro a ponerse una bota, aunque sea torcida o al pie contrario. Eso es un aprendizaje importantísimo de la vida práctica.
También tenemos cuidado en cómo se dispone la ropa para que sea práctico. Hay veces que se ponen las cosas que invitan al juego, como colocar las botas de un sitio a otro. Es normal, llama a ello. Luego, hay quien no está acostumbrado a vestirse solo, y con paciencia les vamos mostrando cómo hacerlo. No les ponemos la ropa como mero trámite, al igual que hacemos con el cambio de pañal, que lo hacemos de forma respetuosa. Tampoco metemos prisas en este proceso, ni aunque esto signifique estar algo menos de tiempo fuera del que idealmente nos gustaría. Es mucho más interesante que perciban todo esto como un momento tranquilo.
¿Cómo se está viviendo salir a diario al exterior incluso con lluvia?
En el profesorado ha sido especialmente brutal. El saber estar en el jardín, que con eso contamos también con Paz, que nos ayudó muchísimo a ese acompañamiento. Sin bien el profesorado ya está en una etapa avanzada en cuanto a acompañamiento respetuoso, sin exceso de intervención. Lo de estar fuera ha sido una catarsis.
En el jardín podemos estar con 20-25 niñas y niños más o menos. Estamos unas 4 profes. El exterior es sencillo: tenemos un espacio de hierba, un invernadero, un gran arenero, una casita de madera para los momentos de recogida y poquito más.
Cuando salimos, llevamos un walky-talky. No es que sea un espacio grande, pero tenemos la pauta de que no se grita entre profe y profe, y que si se necesita hablar algo, se hace a través de los walkies.
Luego, cualquier intervención que se realiza, es principalmente para acompañar conflictos. Siempre con la premisa también de no ir corriendo o mostrando urgencia. De nuevo de evita sobre-intervenir, con la confianza de que ellos y ellas también resuelven por sí mismos sus problemas la mayoría de veces. Del mismo modo actuamos al observar una situación de riesgo controlado, como cuando se suben a un árbol.
Las primeras veces que se presentaron esos momentos de trepar a un árbol, el cuerpo nos pedía acudir también desde la urgencia. Sin embargo, conscientemente lo manejamos, observamos y confiamos. Hemos sido testigos de procesos impresionantes en niños y niñas en cuanto a conquistas de habilidades y evolución motriz.
Si tuvieras delante a otras personas en tu misma posición, o a docentes, ¿cómo las animarías a iniciar un proceso como el vuestro?
Primero hay que decir algo: esto es como tratar de dejar de fumar, pero estando en un ambiente de tensión. Eso es complicado. Un proyecto de este tipo, difícilmente podrá verse ejecutado si no hay cohesión en el equipo.
Por otro lado, observo que en mi profesión se está muy cómodo en la zona de confort. Hay una falta de mirada crítica hacia sus propios procesos. Si en un cole, cuando se hace pis un niño llaman a su mamá o su papá para que le cambien, eso es un claro indicativo de que en esa escuela un proyecto de conquista del exterior, no va a funcionar. Si es un lugar donde los niños y niñas viven las exigencias de unos aprendizajes prematuros, esta iniciativa ahí no triunfará.
Si el profesorado que conforma las distintas etapas no trabaja en equipo, será muy complicado implementar algo así. Eso es lo que hay que atender primero.
Soy luchadora, pero también pesimista. Acudo a jornadas, estoy en contacto con la universidad, etc. Se percibe una clara necesidad de cambio. Esto es como un ciclo: el profe que acaba de salir de la facultad, fue un niño que en su centro no salió al jardín, al que se reñía y al que no se respetaban sus procesos. Y así actuará él o ella con su alumnado. No lo digo yo, Beatriz Ferreira, lo dicen todos los estudios y las bases pedagógicas de grandes pensadores, que reflexionan sobre esta herida primal que tenemos.
Yo estoy disponible para cualquiera que tenga la inquietud de comenzar algo así, para compartir toda la información de nuestro proceso, las fuentes de las que hemos aprendido. Lo que haga falta. Pero estamos hablando de que sin atender primero lo anterior, será más complicado. Lo que llamamos la libertad de cátedra, donde básicamente cada cual puede hacer lo que quiera, pues al final hace que esto también se complique más.
Si hay iniciativa, y son dos o tres profes que quieren llevarlo a cabo, pues para delante. Si el resto del equipo no colabora en ello, pues es posible que no salga. Sin embargo, sí se dará inicio a un proceso que puede dar lugar a otro tipo de acciones: hacer determinadas cosas en la Naturaleza, naturalizar los materiales, hacer unas jornadas, etc. Y con eso sí se puede empezar, eso sí que es verdad.
Actualmente, en vuestra comunidad educativa estáis en un proceso de discordia con la Xunta. En el patio tenéis unos árboles en recuerdo de una compañera vuestra recientemente fallecida. Se llama “El árbol de Trini”, que no sólo rinde memoria a esta persona tan querida por vosotras, sino que también es una estructura de juego de los niños y niñas. De ahí que desde inspección se haya ordenado su retirada. Sin embargo, por lo que sé, no estáis dispuestas a moverlo de su sitio ¿Qué está sucediendo con esto? ¿Qué argumenta la Xunta y qué estáis haciendo al respecto?
Pues una piedra más. Esos árboles los tenía Trini en su terreno, y los podó. Un compañero del equipo educativo que tenemos, que es artista, estuvo trabajando esos troncos para que estuvieran acostados en el jardín de la escuela. Se lijaron, cortaron y acondicionaron. Sin embargo, la inspección considera que entrañan un peligro.
La inspección que tenemos de sanidad, por ejemplo, es distinta. Ellos vienen a ayudar. Revisan, te piden y te exigen, pero desde una posición de colaboración. En cambio, la inspección educativa lo hace desde el miedo. Cada vez que viene, te deja temblando, te asusta. Te cuenta los casos más escabrosos. La inspectora que nos visita básicamente vive en el permanente terror. Al ver los árboles, y sin realmente mirarlos bien, trasladó su preocupación a que los niños pasen al lado y se den un golpe.
Al movilizarlo tanto, tenemos apoyo de muchas personas, como Manuel Salgueiras, una persona muy respetada en la comunidad y experto en parques infantiles y conocedor de la normativa. Con él está siendo un gusto, porque somos igual de luchadores e inconformistas con las cosas que pensamos que hay que cambiar en todo este sistema.
Estamos pendientes, a ver qué va pasando.
Animo a cualquiera que, si necesita ayuda, pues si hace falta montamos unas jornadas o hacemos lo que sea. La palabra imposible nos cuesta pronunciarla, e intentamos resolver cualquier cosa para mejorar. Aquí lo fundamental es el equipazo que tenemos y la confianza que nos confieren las familias. Creo que eso sí, la mirada hacia el profesorado de las escuelas infantiles debe cambiar. Hay que intentar que ese personal sea reconocido y tenga los sueldos que se merecen.
Así, se nos han desvelado importantes claves que propiciarán que un proyecto naturalización y de conquista del espacio exterior, pueda ser exitoso: tener la mirada siempre puesta en las auténticas necesidades de la infancia, no dejar de formarse y cuidar la relación entre familias y el profesorado. Y por supuesto, poner mucho énfasis en la cohesión de todo el equipo que conforma el personal de la escuela.
Ahora que en unas pocas semanas comenzarán las jornadas de puertas abiertas, en las que muchas familias se acercarán a conocer las escuelas a las que irán sus hijos e hijas, solemos hacernos diversas preguntas a cerca de la idoneidad de la escuela: si ponen o no fichas, cómo se abordan los conflictos, el tema del pañal, etc. Sin embargo, creo que quizá debemos fijarnos en el patio, si nos es presentado como un espacio de aprendizaje tan importante como las aulas, donde se facilita juego al aire libre diario. Creo que eso ya va a darnos una pista muy valiosa sobre la visión pedagógica que tiene ese proyecto educativo.
Y por supuesto, sepamos valorar el esfuerzo titánico de muchos y muchas profesionales de la docencia para ejercer su profesión, con ratios imposibles y sueldos irrisorios, sin el reconocimiento social que merecen. La reivindicación de Bea, debería ser de todos y todas nosotras, porque sin duda el acompañamiento que se da a la primera infancia, es de suma importancia en la conformación de toda una sociedad.
Bea, mil gracias por todo. Desde aquí mi total admiración por vuestra labor. No dejéis de seguir las vivencias de A Caracola desde las redes, en Instagram y Facebook. Llevan además un proyecto de Eco-comedor que es una maravilla y que merecería todo un reportaje a parte. Porque haya muchas más Caracolas por el mundo.
Pingback: ¿Cómo elegir la mejor ropa impermeable para el colegio? - Amphibia Kids