Tras más de 40 días de confinamiento por el COVID-19, el pasado domingo por fin permitieron que niños y niñas pudieran salir. Eso sí: a no más de un kilómetro de casa
Y la verdad, tras tantos días en casa, lo que a todos nos pasaba por la cabeza, y nos pedía el cuerpo era poder dar a los niños naturaleza. Me venía a justo a la cabeza estudio de año pasado de la Universidad de Exeter. En ese estudio se vio que con dos horas de contacto con la Naturaleza a la semana, ya se podrían notar sus beneficios. No hace falta que sean horas seguidas, y tampoco entornos naturales silvestres. Así que, con un total de 7 oportunidades para salir, tenemos tiempo para lograrlo.
Aunque en el fondo, casi no hace falta que lo veamos en estudios, de forma instintiva lo sabemos. Sabemos que es necesario que vean, que toquen vegetación, tierra, agua.. que les sentará bien. Aún tenemos un pequeño resquicio en nuestra sabiduría interior, que hace que tendamos a llevar a nuestras criaturas a ver un poco de campo, con la oportunidad que tienen ahora de poder salir.
Sin embargo, no para todo el mundo hay campo, monte o playa a un kilómetro de casa. La mayoría habitamos en zonas urbanas, muchas en lugares céntricos que en muchos casos no tienen parques o jardines, o donde éstos quizá permanezcan cerrados por las circunstancias. Aunque quizá, si cambiamos nuestro concepto de lo que es Naturaleza o no, podría cambiar nuestra idea de que no podemos brindarles esa posibilidad de contacto. Porque pensamos que tienen que ser grandes áreas, con mucha vegetación, a ser posible, silvestre. Y quizá lo que estamos haciendo es dejar de lado un montón de pequeñas oportunidades de poner en valor lo que sí tenemos a mano. Os voy a dar algunos ejemplos:
Los solares
Los descampados y solares, esos lugares que tan poco gustan por ser feos, son de las zonas más wild que podremos encontrar en la ciudad. Si tenemos un solar de obra abandonado cerca, seguro que ahora está exuberante de vegetación, habrá millones de flores diferentes, y además totalmente asalvajado. Y como haya algún montón de tierra para subir y bajar, deleite y juego asegurado. Tras las lluvias saldrán caracoles por todas partes. Eso sí, ojo con que pueda haber hierros o similares, o algún regalito canino. Precauciones ahí.
Macetones y parterres
A menudo damos las cosas por sentadas, y no nos percatamos de que estos elementos ornamentales también son Naturaleza. A veces con flores de bonitos y variados colores, de superficie aterciopelada, otras con aromáticas. O pequeños arbustos en cuyo interior podemos encontrar microcosmos con pequeños seres que también han encontrado hueco en la cuidad.
Charcos
Pues también, son una vía de contacto con la naturaleza que nos está regalando la abundante lluvia que estamos teniendo. Desde luego que hay que permitir que se acerquen a ellos. Debería haber algo llamado “charcoterapia”, porque una buena sesión de saltar charcos, te deja genial. Venga, y aunque se mojen un poco… total, estáis cerca de casa sí o sí, y además ya no hace tanto frío. Y si no, salid equipados y que no tenga fin 😉
Los árboles y arbustos
Si justo en tu calle no hay, seguro, seguro que en la siguiente, o la siguiente sí. ¿Alguna vez os habéis parado a mirarlos? ¿y si ahora además os paráis a tocarlos y sentirlos? Podéis tomar fotos y tratar de identificarlos. Proponeos saludarlo cuando paséis a su lado y ver cómo va cambiando día tras días. Hoy las hojitas tiernas y pequeñas de verde brillante, luego cada vez más grandes y con otros tonos de verde más oscuro.
Aquí los arbustos también nos gustan mucho. Según la especie, los hay que son un poco huecos tienen un porte interesante para poder ser trepados. Con cuidado para no dañar las ramas.
Plantas en la acera
Quizá con el ritmo frenético aún metido en el cuerpo, nos pasan inadvertidas, pero ahí están, saliendo fuertes y ahora incluso floreciendo. ¿Has visto algún diente de león por alguna calle? Saliendo entre los adoquines y el asfalto? Gran ejemplo de supervivencia en ambientes poco propicios.
Aves de ciudad
Qué afortunados somos de la capacidad de adaptación de muchas aves a entornos urbanos, y así poder convivir con ellas. Por el cielo, en esta época podremos observar con facilidad los aviones en su incesante actividad para cazar insectos. Podemos salir de casa con granos, un poco de pan duro o y detenernos un rato a dar de comer a gorriones o palomas. Y seguro que fijándonos bien, comprobaremos que hay algo más que sólo gorriones. Aquí no puedo dejar de recomendaros esta pequeña guía para poder identificarlos.
Y seguro que habiendo visto estos ejemplos, se os van ocurriendo más oportunidades de entrar en contacto con la Naturaleza en la ciudad. Y por supuesto, no olvidemos el juego con agua, arena, piedrecitas, palos, etc. Elementos y materiales naturales y sencillos que también aportarán mucha riqueza a sus ratitos de juego al aire libre, y una oportunidad de hacerse con algunos tesoros para jugar en casa 😉
Y en realidad, no se trata de que nos esforcemos en mostrárselo, sino estar atentas para no robarles esos instantes y ese asombro que tienen de serie y que se acaba adormeciendo de la mano de las prisas.
Justamente ayer, en nuestro paseo, compartimos acera durante unos instantes con otra familia (a la debida distancia, claro) El padre iba de la mano de un pequeñín de apenas un año. Iba caminando, y se notaba que apenas llevaría unos días de práctica desde que aprendió. Instintivamente se iba constantemente hacia los charcos. Son imanes. Luego me sobrecogió, y al mayor también le arrancó una sonrisa, al ver cómo se paraba a mirar al cielo, echando la cabeza bien hacia atrás y balbuceaba excitado señalando a los pájaros volando sobre él. Fue una hermosura de escena. Y tuvo todo el tiempo para hacerlo, hasta que él decidió seguir caminando.
Desde que nacen, desde que nacemos, tenemos un bio-radar increíble, una biofilia innata que nos hace acercarnos a la naturaleza. Así que, ahora en estos tiempos, que lo que no hay son prisas, demosles el espacio y el tiempo para esas pequeñas cosas. Recordemos que esas salidas son para ellos. Y esos sutiles momentos, harán que esos paseos sean algo más que moverse un poco y tomar el aire. Harán que sean especialmente ricos y nutritivos para su alma, para seguir sobrellevando de la mejor manera todo esto que estamos viviendo.
Y desde aquí también espero que más pronto que tarde, se den cuenta en los ayuntamientos que el acceso a los parques y jardines es una vía de salud y bienestar los habitantes de las ciudades ampliamente demostrado. No permitir el acceso a los mismos, actuando desde el miedo y la desconfianza, no tiene sentido. Creo a estas alturas ya hemos demostrado de sobra, que la mayoría conocemos los riesgos y sabemos respetar los límites para poder usar estos espacios de forma responsable para la salud pública.