Las Escuelas en la Naturaleza son un movimiento ya con una larga trayectoria. Sin embargo quedaron relegadas tras un auge y establecimiento del sistema tradicional imperante. Hoy día, eso sí, han vuelto a resurgir con fuerza y dando respuesta a la necesidad de dar el necesario contacto con la Naturaleza a la infancia. El entorno de aprendizaje que supone el medio natural además aporta beneficios en multitud de aspectos: sensorial, emocional, cognitivo y un largo etcétera.

Ahora, en las circunstancias que vivimos ante la presencia del Coronavirus en nuestra vida, y en concreto en la de la infancia, las Escuelas en la Naturaleza se están evidenciando cada vez más como una alternativa sana, reparadora y segura para la vuelta a la escuela. La propia idiosincrasia de los proyectos educativos al aire libre favorece la prevención: ratios pequeñas, y desarrollo de la actividad diaria al aire libre. ¿Eso qué implica? Que el contacto es estrecho y a la vez reducido, y que al estar al aire libre las posibilidades de contagios reducen drásticamente. Esto unido a que la logística en términos de higienización de espacios y materiales se reduce a una expresión mínima.