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Taller de bushcraft: habilidades en la naturaleza

Tienes que volver a contarme qué es eso de un parque de mochila y el bushcraft. Me he quedado con que consiste en llevar cuerda en la mochila y montar un parque en el bosque. Aunque si te digo la verdad, prefiero que me lo vuelvas a contar porque estoy empezando a imaginar una historia de aventuras en el bosque con los niños… y me habías hablado también del niño viejo del bosque ¿verdad?

¡De acuerdo! Te lo voy a contar, pero ya sabes… estas cosas mejor vivirlas de primera mano.

Resulta que Gabriel e Inés colaboraron el pasado octubre en un taller de bushcraft para familias, y solo era cuestión de tiempo que se organizara un taller en algún rincón de Madrid.

Se propuso un taller de dos días. La idea era dirigirlo a personas que acompañan grupos de niños y niñas en la naturaleza, y quisieran adquirir nuevas habilidades para enriquecer su día a día con ellos. Aunque lo cierto es que el interés y expectativa que cada persona traía resultó ser de lo más heterogéneo y enriquecedor para el resto del grupo.

Al final todo quedó listo para que se celebrase un fin de semana de febrero, en La Chopera de Manzanares El Real, tan cerquita de la Pedriza… ¡ese maravilloso rincón de la Sierra de Guadarrama!

Fotografía de Gabriel Vailoretti, fundador de la Bushcraft Forest School de Bunyola.
Gabriel Vairoletti, un niño viejo del bosque.
Fotografía de Claudia Bela @pedagogia_caracol

Y allí estaba Gabriel, con su tupida barba canosa y su mochila, llena de vivencias. Los participantes van llegando puntualmente, y se nota que hay ganas por comenzar. Ya Gabriel, tiene un trozo de cuerda en la mano. Sus manos mañosas, capaces de desatar la imaginación del niño que llevamos dentro. Él es un niño viejo del bosque, preparado para acompañarnos.

Después de una breve presentación, ya está Gabriel en el centro mostrando el primer nudo. Y la gente alrededor de él, mirando y escuchando al mismo tiempo. No sabes bien como, pero es una mezcla de pequeñas cosas que consiguen hacer que te abstraigas de las ideas que normalmente merodean por la superficie del pensamiento. Me vas a perdonar la comparación, pero diría que hacer nudos sirve para meditar. Aunque a mi me sucede que esta meditación me lleva a otra realidad, en la que mi cabeza comienza a imaginar qué podría hacer con esto y aquello. Y comienza otra película, y se acaba mi meditación. Aunque luego regresaré a ella. Ahora estoy a otra cosa, enfocado en lo que hago, y al mismo tiempo protagonizando ideas que me surgen de repente. Disfruto de esos instantes efímeros. Si bien son imaginaciones, me hacen sentir bien.

Todo el mundo atento, todo el mundo disfrutando. Ha llegado el momento de construir estructuras.

Avanza la mañana, y Gabriel sigue tejiendo su relato, alternando las habilidades bushcraft con historias personales, pero sobre todo con vivencias junto a sus niños del bosque en Bunyola. Gabriel está al 100% presente con los participantes, se organiza y dinamiza la práctica. Es importante que se atiendan las explicaciones, pero también es importante ponerla en práctica. Y aquí viene un ingrediente secreto, que consiste en que la gente esté a gusto para que se lo pasen bien, y así dotar el aprendizaje de esa adherencia necesaria.

Gabriel mostrando como debe quedar el nudo.

Es curioso observar las caras de las participantes mientras que Gabriel muestra una técnica nueva. Hay concentración en prestar atención y seguir las explicaciones. Se nota que más de una persona no se cree capaz de hacerlo a la primera. Y así es. El ballestrinque se resiste, y cuando sale bien 3 veces seguidas, se cambia la orientación del poste, y… – Ay… ¿Cómo era? – Cada grupo se ayuda mutuamente en recordar e intentar conseguir completar la práctica. Entonces cuando cada una lo va logrando sucede algo bonito: los rostros se llenan de esa expresión inconfundible, se llenan de satisfacción. No importa la edad que tengas, la sensación sigue siendo única. 

La jornada transcurre aprendiendo diferentes habilidades y poniéndolas en práctica. Aunque fuera intensa, nadie dio muestras de cansancio, y la sensación fue de ganas de más.

Aplicando los nudos aprendidos por la mañana.

Gabriel sabe que la experiencia no se improvisa, y que hace falta un guion para poder saltárselo. Y así sucedió durante esta segunda jornada, en la que hubo un cambio de escenario gracias a la colaboración de una de las participantes. Senbazuru es un proyecto educativo en El Boalo, y pudimos hacer uso de su espacio exterior para nuestra siguiente aventura. Aquí Gabriel pudo enseñar algo tan antiguo como la humanidad: hacer fuego. Y créeme: hacer fuego con un pedernal y algo de heno seco, sigue siendo una experiencia que sorprende a los adultos, así que imagina la sensación que le produce a un niño.

Saber hacer una línea tensa, marca un antes y un después de posibilidades

Esta segunda jornada Gabriel enseñó unas recetas básicas y sabrosas para cocinar. De la mochila al estómago. Con unos pocos ingredientes básicos se puede preparar una comida estando en la naturaleza. Obviamente, el peligro de incendio es una realidad que hay que tener en cuenta, por lo que esta práctica es recomendable para espacios privados o áreas públicas previstas para hacer fuego. ¿Sabías que Gabriel también trabajó en las brigadas forestales y luchó contra incendios?

No creo que pueda decir qué parte del taller me gustó más, porque siento que es una experiencia que te sumerge y te lleva, haciendo que olvides muchas cosas, y consiguiendo hacerte estar presente. Como una buena historia en la que de manera involuntaria terminas por vivirla con la misma intensidad que los propios personajes. Una cosa te lleva a la otra, y lo que empezó sosteniendo un cabo de driza y aprendiendo un nudo, resultó ser un recorrido en el que se hicieron columpios colaborativos, hamacas, refugios de emergencia, cabañas con ramas, tippies, puentes, escaleras, arneses de seguridad… Aunque creo que debo dejar que sea Gabriel quién vuelva a contar esa historia. Próximamente.

Foto de despedida, aunque faltaron un par de personas que marcharon un poco antes.

Si te apetece indagar un poco más, ¡escucha la charla entre Gabriel e Inés! Puedes verla en este enlace de YouTube, o escucharla en ivoox como un podcast mientras haces otra cosa.

Gabriel Vairoletti

Gabriel Vairoletti es fundador de la Bushcraft Forest School, y acompañante en el proyecto educativo Mussols del Bosc, cerca de Bunyola, en Palma de Mallorca. En los bosques de Bunyola juega con ellos, y también les enseña lo que sabe (y es mucho más de lo que cabe en su mochila). No hace falta que lo diga, porque es palpable ver que Gabriel disfruta compartiendo su tiempo y su conocimiento con otras personas.

No te pierdas próximas formaciones como esta en Madrid. Apúntate aquí y te avisamos.

Esta entrada tiene 3 comentarios

  1. Beatriz

    Qué maravilla, me lo perdí. ¿Para cuándo el
    Próximo en El Boalo?

    1. Julio

      ¡Hola, Beatriz!
      Pues no te puedo decir fechas, pero sí que te apuntes a la newsletter y al grupo de telegram para que te llegue en cuanto lo tengamos listo. Todo lo que te puedo decir es que será «próximamente» (nosotros también tenemos muchas ganas)

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