Hacer un viaje largo implica muchos cambios. Algunos simplemente ocurren mientras tratamos de acomadarnos a ellos. Otros, en cambio, son conscientemente decididos y planeados.
Viajar con una niña pequeña, como es nuestro caso, hace que la casi totalidad de estos cambios, planeados o no, le sean impuestos. De la manera más respetuosa posible, pero impuestos aun así. Porque a fin de cuentas somos nosotros, papá y mamá, quienes decidimos a dónde nos íbamos, cuándo y por cuánto tiempo. Y todo el resto de cambios derivan de esas tres decisiones.
Por eso tratamos, en la mayor medida posible, de integrar sus preferencias en nuestra ruta y cuando se enteró que queríamos venirnos 3 meses a Chile, Gabriela lo tuvo claro: quería ver pingüinos y bajar hasta la puntita.
Esto último, aunque era un deseo de los 3, lo hemos ido desestimando sobre la marcha por distintos motivos. En cambio, lo de ver pingüinos y otros animales marinos que en España no podemos ver está más que cumplido :).
En este viaje que estamos haciendo por Chile, hemos tenido la oportunidad de visitar lugares y paisajes muy diversos, y distintos a los ya conocidos, como el impresionante desierto de Atacama y ahí pudimos observar un grupo de preciosas y asustadizas vicuñas mientras viajábamos.
Sin duda, uno de los momentos que recordamos con mas cariño es el día que visitamos la Reserva Nacional Pingüinos de Humboldt, donde además de dichos pingüinos pudimos divisar lobos marinos, ballenas jorobadas, pelícanos y otras aves más. Para ello recorrimos en una pequeña barca la distancia entre Punta Choros y las islas Choros y Damas.
Por la isla de Damas pudimos bajar y recorrerla. El guía nos dio a probar un delicioso fruto que daban los cactus, increíblemente jugoso. También encontramos diversos huevos de las distintas aves que anidan en la isla.
No era un recorrido excesivamente largo. Tardamos unas 2 horas en total. Pero con la velocidad y al estar en la mar, el viento hacia que la sensación térmica fuera bastante fría y húmeda. Y esto, unido a que con el movimiento las olas nos iban salpicando. Fue una experiencia muy entretenida el viaje en sí y nos alegramos mucho de llevar con nosotros las chaquetas cortavientos Tech Shell de Ocean. ¡Qué mejor manera de probarlas! Gabriela si había usado ya la suya pero nosotros era recién el segundo día que probábamos las nuestras y quedamos encantados. Nos permitieron disfrutar de la experiencia sin preocuparnos de mojarnos o sentir frío.
Comprobamos no hace falta irse al sur del sur para ver los pingüinos, aunque eso sí, hay que agudizar la vista, pues algunos se camuflan muy bien entre las rocas.
La sensación de poder observar animales salvajes en libertad, en su propio habitat, desde una distancia prudente que permita que dichos animales no se sientan amenazados es verdaderamente increible.
Para completar el paseo, tuvimos la gran suerte de poder ver una ballena con su cría. Uau. No tenemos fotos porque la emoción y la rápidez del momento nos impidió tomar la cámara de manera efectiva. De lo que sí conseguimos hacer fotos fue de dos toninas (delfines negros que viven en aguas chilenas) que pudimos divisar a escasos metros de la orilla de la playa de Lelbun en Chiloé. Isla en que pudimos de nuevo ver pingüinos Humboldt y además pingüinos de Magallanes entre otras especies.
Es cierto que no siempre se tiene la opción de poder ver cualquier animal en libertad, bien por tiempo y distancia, bien por seguridad, etc. Pero siempre se puede ver algún animal en libertad, animales locales. Cada vez, en mi familia, vamos teniendo más claro que no queremos ver animales salvajes encerrados. Si no los podemos ver, quizás, entonces, no nos sea necesario verlos.
Hace ya tiempo que cuando viajamos tratamos de conocer los animales que en ese sito podemos ver de manera libre y respetuosa. Y trataremos que así siga siendo.
Marvilloso!!! Qué bonitas experiencias!!
¡Gracias! 🙂