Uno de los motivos más frecuentes para permanecer en casa durante los meses más fríos, es la preocupación por la que los niños y niñas “cojan frío” y que con ello puedan enfermar.
Sin embargo, cierto es, y cabe recordar que la razón última que les hace tener catarros son los virus, y no el frío en sí mismo, siempre que estén adecuadamente equipados para las temperaturas bajas y la lluvia o la nieve.
Para prevenir pues, posibles efectos adversos para los y las peques, ¿cómo podemos prepararles para salir fuera y que se encuentren confortables en todo momento?
Manteniéndose calentitos: la regla de la cebolla o abrigándonos con capas
La clave para guardar el calor mientras estamos fuera es tener un vestuario compuesto de capas. De esta manera, entre cada capa de ropa se formará una bolsa de aire caliente.
Además, nos permitirá poder tener flexibilidad para quitar o poner capas según la sensación de frío o calor. Así no habrá que elegir entre quitar el abrigo y quedarse frío, o quedarse con él puesto y acalorarse.
Muchas veces, salimos de casa por la mañana y hace mucho fresco. Más tarde, sale el sol y la temperatura asciende. Es el momento de sacar alguna capa.
El número de capas a poner es relativo. Depende del grado de frío que haga en el lugar que estamos. La Academia Americana de Pediatría por ejemplo, aconseja ponerles una capa más de la que nos pondríamos las personas adultas en las mismas circunstancias.
¿Cuáles son las capas?
Las capas son básicamente tres:
1. Capa base o interior:
La función principal de esta capa es mantenerles secos. Sucede que nuestro peque o nuestra peque está jugando y realizando mucha actividad física generando así un exceso de calor, pudiendo incluso sudar. Aquí es importante que la ropa que esté en contacto directo con su cuerpo, permita la transpiración y que desaloje hacia fuera la humedad que está generando.
Los materiales más habituales para la ropa térmica interior suele ser sintéticos tipo poliéster o también lana merino. Son materiales ligeros y suaves en contacto con la piel. Pero lo más importante, se secan rápidamente en caso de que haya sudor.
Un tejido a evitar es el algodón, ya que al mojarse tarda mucho en secar. Si el niño o la niña ha sudado, al pararse, esa ropa interior húmeda se enfriará, haciendo que ellos puedan quedarse muy fríos. Ésa es precisamente la situación que queremos evitar.
2. Capa media
Esta capa va a ser la que sirva de abrigo, la que va a guardar el calor realmente.
Lo interesante es que se puede formar de varias capitas, que podemos ir poniendo o quitando según necesidad.
Aquí es donde podemos usar lana o polar por ejemplo. Que queden un poco holgaditos para que se puedan mover con libertad y comodidad
3. Capa exterior
Esta capa es la que les va a aislar de la lluvia, la nieve o el viento. Lo que necesitaremos en este caso será una chaqueta impermeable o resistente al agua. Es interesante que también sean prendas que transpiren.
Las chaquetas está bien que queden holgadas, para poder dar espacio a meter capas debajo. Es conveniente que tengan capucha y que sean largas en la espalda, y no se les quede al aire cuando se agachan.
Para la parte inferior del cuerpo, se puede valorar si hay que complementar también con una capa exterior si van a estar en terreno húmedo o incluso mojado. Unos pantalones o un peto impermeable pueden ser la opción.
Pies, cabeza y manos también necesitan capas
Las extremidades y la cabeza son las partes más proclives a peder calor, por lo que hay que poner atención también en ellas.
De la misma manera que hemos comentado con el vestuario, podemos hacer lo mismo en este caso.
Pies: poner un calcetín de poliéster en contacto con la piel y algo más grueso por encima, como un calcetín gordo o un patuco de fieltro por ejemplo. Con esto es importante hacer hincapié en que el calzado no debe quedar demasiado prieto para permitir una correcta circulación de la sangre, de lo contrario los pies quedarán fríos más fácilmente.
Manos: aquí, si el terreno es húmedo, o van a jugar con nieve o agua, es interesante poner un guante fino y por fuera unas manoplas impermeables.
Cabeza: cubrir cabeza y cuello es el objetivo. También a veces incluso parte de la cara cuando el frío aprieta. Las opciones son diversas: gorro, bufanda… Y si llueve o hace viento echar por encima la capucha o un gorro de lluvia.
Y así nada nos parará, ni el frío ni la lluvia, para salir a disfrutar al aire libre
Es un hecho, que cuando se está confortable, los deseos de querer meterse en casa se minimizan. Cuando están cómodos y secos, los peques pueden concentrarse en lo que realmente importa, que es jugar, explorar y hacer la actividad que más les apetezca.
Eso sí, lo y las adultas que les acompañamos, tenemos que asegurarnos también de ir bien abrigadas y estar también cómodas para poder aguantar el tirón, y también disfrutar ¡claro!
Muy acertados los consejos que encontramos en este artículo. Si abrigamos bien a los pequeños no hay que temerle al frío. Importante siempre complementar el vestuario con fulares y gorros para que el calor no escape.