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El agua como recurso educativo y de aprendizaje

Dicen que somos alrededor de un 70% de agua… ¡con razón sentimos tanta atracción hacia este elemento! Generalmente la visión y contacto con el agua nos permite relajarnos, y gracias a su poder de atracción, concentrarnos en las sensaciones del aquí y ahora. Cuántas veces habré conseguido sentirme mejor mirando el mar, sintiendo cómo mis problemas se hacen pequeños frente a la inmensidad del mar.

Conexión temprana

Ya cuando somos bebés, empezamos a relacionarnos con nuestro entorno y al empezar a explorar, la atracción hacia el agua es indiscutible. A fin de cuentas, venimos de estar 9 meses en un entorno acuático.

El contacto con los elementos naturales, como es el caso del agua, permite que desde niñxs podamos ir desarrollando el sentimiento de biofilia que poseemos de manera innata. Por eso, es importante que en esta etapa de tantos descubrimientos, permitamos que estos se realicen de una manera fluida, tratando de evitar al máximo interrupciones innecesarias. Por ejemplo, porque se van a mojar, o mancharlo todo, o porque gastan mucha agua.

¿Cuánta agua utilizar para jugar?

A veces el consumo de agua durante los juegos es algo que nos preocupa como personas adultas. Creemos que “no deberían gastar tanta agua” y queremos acotarles su uso.

Una idea clave en este sentido es darse cuenta que sólo cuidamos aquello que amamos. Quizás sea mejor dejarles disfrutar con el agua cuando son más pequeñxs para que de sí mismos nazca el deseo de conservarla. Frustrarles el juego con enfados o tensiones puede hacer que asocien sensaciones negativas al juego con agua.

No obstante hay múltiples formas de conseguir que el juego no se convierta en un despilfarro de agua. Si tenemos patio, jardín o incluso unos alféizares amplios, siempre se puede dejar algún recipiente que recolecte agua de la lluvia para utilizar más tarde. O acordar de antemano unos límites en su uso para que jueguen sabiendo cuánto agua utilizarán y que no suceda que de repente, mientras juegan despreocupadamente les cortamos el agua porque también de repente nos ha parecido que era mucha.

Aquí hay otras opciones que podemos leer en “Tierra en las manos”

Y, como siempre, es más efectivo que nuestra actitud sea la que sirva de ejemplo que sermonear durante el juego. Si les decimos que no usen tanta agua para jugar y luego dejamos el grifo abierto todo el tiempo mientras fregamos, nuestro mensaje será totalmente incoherente.

El elemento menos estructurado

En muchos sitos se habla de la importancia de los materiales no estructurados en el juego libre, y creo que pocos máteriales son tan poco estructurados como el agua, que ni siquiera tiene una forma constante.

Ni una forma ni un estado ni un ritmo fijos. Ni siquiera un olor. Jugar a orillas de un río en verano es totalmente distinto a hacerlo a la orilla del mar en invierno. Y ver una cascada nos aporta sensaciones totalmente distintas a pasar la tarde en un lago. Pintar con cubitos de hielo de colores poco tiene que ver con hacer trasvases de agua.

A menor estructuración, mayores posibilidades nos aporta un material. Y podemos tener claro que las opciones con el agua son infinitas.

El agua como elemento transformador

Otra de las cualidades del agua es su poder transformador. El agua tiene la capacidad de modificar el estado de otros objetos, materiales, etc. No es lo mismo jugar con arena seca que con arena mojada, las opciones cambian totalmente. Igual que no es lo mismo tierra seca que barro. Todo cambia con el agua y de ahí podemos extraer multitud de aprendizajes.

El agua está llena de vida, como podemos observar si contemplamos durante un buen rato un río, por ejemplo. Y a la vez la vida está llena de agua. Es un ciclo constante.

Regar las plantas, por ejemplo, es una buena actividad para aprender a dosificar el agua y reconocer su importante papel en el desarrollo de la vida.

Algunos aprendizajes concretos

Nosotras opinamos totalmente que el juego libre es un fuente de aprendizaje en sí mismo. Son como 2 caras de una misma moneda, no se pueden separar. Sin embargo, sabemos que muchas veces las familias y educadores podemos sentir más tranquilidad ante el juego si somos capaces de visualizar qué aprendizajes pueden estar teniendo.

Por eso queremos poner algunos ejemplos de ciertas cosas que podemos aprender con el agua. Y es que ésta es un gran recurso educativo y de aprendizaje.

  • Peso y densidad de la materia: jugando a tirar al agua distintos objetos y viendo cuáles flotan y cuáles no.
  • La dirección de las corrientes de los ríos: tirando hojas al agua y viendo hacia donde se van o dónde se quedan varadas
  • Sobre el ciclo del agua y los cambios de estado: observando el proceso de hacer cubitos de hielo y cómo se descongelan al tacto, por ejemplo. O cómo sale vaho en todo el baño tras un buen baño caliente.
  • Habilidades motrices: haciendo trasvases de agua entre botes de diferentes formas y tamaños;
  • Sobre los ciclos de la naturaleza: con el continuo observar de las mareas en una playa
  • Solubilidad de los diferentes elementos: probando y probando, ¿qué se disuelve en el agua y qué no?

La lista anterior podría continuarse y continuarse… Es siemplemente una orientación para valorar el juego de nuestrxs pequeñxs.Todos estos son aprendizajes que pueden darse de manera natural. No es necesario que les propongamos tal actividad para que aprendan algo que a nosotras, personas adultas nos parece interesante. Dejemos que a través de sus juegos vayan descubriendo de a poquito la vida.

Agua y aprendizaje

Jugar con agua en casa

Cuando tenemos un patio o un jardín parece más fácil permitir el juego acuático. Sin embargo, en un piso a veces puede ser más engorroso jugar con agua, ya que luego toca limpiar.

Algunas ideas para hacer el juego con el agua más cómodo, es dejarles tiempo suficiente para que exploren cuando se bañan. Ahí cualquier frasco o bote será ideal para hacer trasvases. Se pueden poner botes de distintos tamaños, embudos, coladores… no hace falta comprar ningún juguete especial.

Y es verdad, que hoy en día muchas casas tienen ducha en lugar de bañera pero hasta que nos hemos mudado hace 1 mes a una casa con bañera, mi hija de 4 años ha estado bañandose en una bañera grande de bebé porque ahí podía chapotear y tener agua para jugar. ¡Y tan agusto!

Otras opciones, para que jueguen en otros momentos, es echar una toalla al suelo. O ponerles una bandeja, barreño o similar que recoja el agua que puedan verter. Y así se hace más fácil el momento de recoger.

Respecto a que ellxs mismxs se puedan mojar y haya que estar cambiándolos, ya sabéis lo que opinamos: Un peto o mono y nos dejamos de preocupar por el tema 😉

¿Quién no recuerda algún momento de su vida en el que ha disfrutado especialmente gracias al agua?

Yo recuerdo muchos momentos, pero el que se me viene ahora a la cabeza fue hace un par de años en Lleida. Estábamos por Pirineos, teníamos calor y bajamos al río. El río bajaba con poquita agua y yo me quería mojar entera, pero no me cubría. Así que me tumbé en el río mientras el agua que venía me iba mojando de la cabeza a los pies. Recuerdo ese momento con mucho cariño y es que a mí el agua fresquita me da la vida…

¿Qué momentos especiales recuerdas tú con el agua?

Esta entrada tiene 3 comentarios

  1. Clara_Tierraenlasmanos

    Me encantó el artículo. Y qué cierto, cuantos recuerdos están ligados al agua… Si hago memoria tengo mil anécdotas… como la primera vez que me caí a un canal en Holanda (eso para una mitad holandesa como yo es un bautizo necesario, jajaja), mojarnos en una fuente con amigas por pura diversión, guerra de globos de agua, etc. etc. ¡Un abrazo! Clara.

    1. Amphibia Kids

      La verdad que solemos tener recuerdos muy entrañables con el agua de por medio…y ¡los que nos quedarán por vivir! Un abrazo 🙂
      Magda

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