Seguro que más de una persona recuerda esa cancioncilla de la una serie infantil que, al menos mi generación veía, Noeli: En Laponia hace frío, pero yo me río… Las aventuras que esa niña se sucedían, en una de las zonas habitadas más frías del planeta, y ella como bien dice en su canción… ¡está feliz a pesar del frío!
Ya estamos entrando en el mes de febrero, en pleno corazón del invierno. Aquí en nuestras latitudes, las condiciones distan mucho de ser tan extremas como las de Noeli, pero lo cierto es que nos cuesta muuuuucho salir fuera.
En el primer post del año, Magda nos daba ideas sobre qué hacer con los/as peques durante el invierno. Sin embargo también nos gustaría ir un poco más allá en la reflexión sobre la relación que tenemos y tienen los peques con esta estación.
Siguen existiendo ciertos temores y también mitos alrededor del hecho de que los niños y niñas estén fuera cuando hace frío: que es incómodo para ellos/as, que puede ser perjudicial para su salud, que total «sólo» para jugar, que jueguen mejor en casa…
Sin embargo, durante el curso hay niños y niñas que salen fuera todos, todos los días a jugar. Son niños y niñas que asisten a escuelas cuya actividad se desarrolla enteramente o en un porcentaje muy elevado al aire libre.
Cuando hablamos de estas escuelas al aire libre o escuelas en el bosque, solemos tener en el imaginario imágenes como estas, sacadas de un Forest Kindergarten en Alemania (sólo 3 minutillos 😉 )
¡Qué belleza!… ¿verdad?
Pero para tener testimonio directo de estas experiencias, no tenemos que irnos hasta Alemania. Aquí mismo en nuestro territorio, ya son cada vez más los proyectos educativos que enfatizan en el hecho de estar al aire libre a diario, preferiblemente en contacto con la Naturaleza.
Así que sobre temas invernales hemos querido compartir impresiones con Bibiana y Andrea, de los proyectos Nenea, medrar creando (Lugo) y Plisti-Plasta (Álava) respectivamente.
¿Realmente les gusta a los/as niñas estar fuera cuando hace frío o bajo la lluvia?
Pensamos que para los/as más pequeños puede suponer un gran esfuerzo el hecho de salir a diario al bosque, que realmente no van a querer, que no les gusta exponerse a la lluvia o al frío.
Sin embargo, en realidad no les importa tanto, más cuando las personas que les acompañamos mostramos también una disposición favorable a salir.
En ambos proyectos lo enfocan como un proceso de adaptación. Acostumbrarse a estar diariamente fuera es algo que comienza con el curso y que cuando llega el inverno ya está bastante normalizado No les cuesta salir. En Nenea por ejemplo, donde salir es una opción a elegir, nos lo cuentan así:
A día de hoy, cuando llevamos algo más de un año, hay que decir que es excepcional el día que no salimos, que el salir es parte de la vida, y que encontramos tantos alicientes en las “expediciones” que es rarísimo que quieran quedarse dentro.
El frío y las inclemencias como recurso didáctico
La experiencia, la vivencia directa es uno de los recursos más valiosos que da el juego al aire libre. Los cambios que se producen en su entorno más familiar, de la mano de los elementos es un aprendizaje que nunca igualará a nada que les sea explicado de otra manera. El asombro es un poderosísimo motor para el aprendizaje.
Vamos aprendiendo cosas de nuestro entorno más directo, las acompañantes procuramos no adelantarnos, aprendemos a hacer hincapié en las observaciones que parten de ellos y ellas, descubrimos que cuando llueve encontramos más babosas, que a veces no hay ranas, y que cuándo las hay también les gustan los charcos. Aprendimos que eso blanco que se ve en la hierba muchas mañanas es hielo, y que al salir el sol… eso que parece humo es vapor de agua, y la hierba que antes crujía al pisarla ahora está empapada.
Aprendemos a hacer música con la lluvia poniendo diferentes recipientes para escucharla.
Y con las heladas… dejamos, antes de irnos, recipientes con agua, y los vamos a buscar por la mañana, congelados… esa es la magia del invierno, los regalos que nos hace la naturaleza. (Bibi, Nenea)Para Plisti-Plasta el recurso didáctico más valioso es la propia experiencia. Ver cómo se llenan los charcos de agua, de un día para otro cuando llueve, ver cómo se llena todo de nieve y con el sol o la lluvia desaparece. Esta semana ha hecho mucho frío y cada, día nos hemos encontrado el charco grande con diferentes grosores si hacía más o menos frío lo que les ha supuesto más o menos esfuerzo para romperlo. También están presentes las estaciones relacionado con todo ello. (Andrea, Pilsti-Plasta)
Estos cambios en el ambiente, además propician circunstancias que aportan elementos nuevos y estimulantes para el juego:
Cuando llueve la exploración suele ir dirigida a buscar charcos, mirar la profundidad y comprobar si podemos meternos, saltarlos, o mejor esquivarlos… ah no, eso nunca.
Los árboles están resbaladizos.
El suelo, cuando hay helada cruje y es genial para revolcarse.
Si hace muuucho frío hay que moverse, y hay que comprobar como nos sentimos. El cuidado corporal, aprender a diferenciar las sensaciones, si tengo frío, si tengo los pies húmedos, para cambiarme, para tomar algo calentito… (Bibiana, Nenea)
Si están mucho tiempo fuera con frío o lluvia, ¿acabarán enfermando?
Ese se podría decir que es el gran miedo que hay en torno al juego al aire libre durante el invierno. Sin embargo se sabe que estando bien equipados/as y aislados del frío y el agua, ya no hay que preocuparse tanto por ello.
Es más, se sabe que la mayor parte de los contagios de enfermedades causadas por virus y bacterias se dan en espacios cerrados. En los proyectos al aire libre, no se percibe que enfermen más que si asistiesen a otras escuelas en espacios cerrados.
Además, salir al aire libre en invierno proporciona otros beneficios para la salud: hacen ejercicio, refuerzan su sistema inmune, suben los niveles de vitamina D, trabajan la vista, etc
(…) el organismo se hace más fuerte. Hay niñ@s que su alergia ha disminuido por estar durante todo el año al aire libre. Otr@s sus enfermedades de vías respiratorias superiores han evolucionado en positivo gracias a eso mismo. Por poner ejemplos. (Andrea, Plisti-Plasta)
Trabajando la resiliencia y la autoestima
A este respecto, nos encantan las palabras de Bibiana, que creemos que lo resumen con mucho acierto:
Esta pregunta es difícil de resumir. Aporta fuerza, se sienten fuertes al verse lloviendo, montando un toldo para comer, caminar por el campo helado, empodera, los mantiene conectados, no hay quejas por la naturaleza, siempre es buena, siempre nos da regalos, cada día. Lo que dejas un día, al día siguiente lo encuentras cambiado. Les mantiene en sintonía con el clima, no hay mal tiempo, es el tiempo que tiene que ser y casi no hay nada que no se pueda hacer.
Cambio de mentalidad
Así que sí, lejos de ser perjudicial, salir a jugar fuera en invierno proporciona muchas bondades. Lo que nos queda es cambiar el chip a las personas adultas para poder propiciar que nuestros/as peques no teman estar fuera y que también puedan disfrutar de ello. Todos los días un ratito, con ganas de disfrutar y teniendo en mente lo beneficioso que resultará para su aprendizaje, su salud y su desarrollo (para nosotras las adultas también 🙂 )
Muchísimas gracias, Andrea y Bibi por vuestro tiempo compartiendo con nosotras vuestras experiencias. Que nadie deje de visitar sus páginas para conocerlas. Además organizan cursos y actividades muy, muy interesantes para toda la familia. También una mención cariñosa a Amadahi, Grupo de Juego en la Naturaleza Saltamontes, Ojalá Hoja… proyectos que también son una maravilla y que están aportando un cambio de paradigma en la educación de la primera infancia, poniendo el acento en la importancia de su relación con la Naturaleza… todas las estaciones del año 🙂