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De charcos y herramientas: ¿Herramientas de juguete o de verdad?

Muchas veces, los peques observan personas adultas con herramientas. No será extraño que si les es atractivo, también quieran manipularlas. Una tendencia habitual en estos casos es darles herramientas de juguete, asumiendo que siendo pequeños, es lo que corresponde. Sólo deben tener juguetes, no cosas de verdad.

Cocinitas, para hacer que cocinan. Herramientas de juguete, para jugar a carpinteros. Quizá con ello queden complacidos, si es que su motivación es jugar ser algo. El famoso juego simbólico. Así podrán jugar a… ser fontanero, o hacer que es carpintera. Con todo su despliegue en la creación de ese mundo. Si es lo que persiguen, todo genial.

Pero ¿y si lo que les mueve es poder precisamente hacer lo que se hace con las herramientas? como es por ejemplo transformar materiales, o realizar creaciones… Si les damos herramientas de juguete, habrá frustración porque no hacen aquello que persiguen: no cortan, no clavan, no taladran…¡No funcionan! ¡Qué frustrante! Por tanto, seguirán tratando de usar nuestras herramientas, y dejarán sin duda de lado las de juguete.

Herramientas de verdad: que cortan, que clavan, que taladran

La tendencia es dar imitaciones, ¿por qué? Probablemente porque está asumido, como decíamos, que a niños y niñas sólo se les puede dar las versiones de juguete. 

Muchas habréis observado un fenómeno similar por ejemplo con la fregona de casa. Quiere usar la fregona cuando te ve con ella: “ay qué gracia, quiere jugar: compro una de juguete” ¡Pero es que friega fatal!. No quiere jugar a fregar, quiere fregar. Así que la deja de lado y sigue queriendo usar la que tú usas, aunque sea dos veces más alta que él o ella. Solución: una fregona de verdad, con un palo telescópico que pueda hacerse más corto, tal vez. Algo que funcione, y esté adaptado a su tamaño para que pueda ser manipulado con autonomía.

Pero claro, con las herramientas pasa otra cosa: las consideramos peligrosas. Y un niño, una niña, no pueden manejar cosas peligrosas… ¿o sí?

Las niñas y los niños son competentes en el manejo del riesgo si les mostramos cómo

Desde tiempos inmemoriales, las criaturas han estado implicados en la vida diaria de la familia. Hace cientos de años, incluso desde cortas edades, ya podían asumir determinadas tareas del día a día familiar. Por ejemplo en la preparación de los alimentos, con manejo de fuego o herramientas de corte incluidos.

No es que antes las infancia fuese más inteligente que ahora, simplemente las personas adultas, se tomaban el tiempo en enseñarles cómo hacerlo con seguridad y destreza. Se confiaba en sus competencias más allá de la edad.

Nos gusta mucho cómo lo expresa el autor y precursor de la Tinkering School, Gever Tulley:

“¿Cómo se fomenta la competencia en los niños? Dándoles oportunidades de distinguir lo que es verdaderamente peligroso de lo que simplemente contiene un elemento de riesgo; les introducimos al riesgo exponiéndoles a él de forma supervisada y premeditada; les enseñamos a explorarlo de forma segura y les preparamos para reconocerlo por ellos mismos.”

La seguridad en la infancia no se consigue metiéndola en una burbuja y alejándola de los peligros, sino mostrándola cómo lidiar con esos riesgos. Ciertamente, si hay una inquietud hacia el uso de una herramienta, mejor invitar a aprender a usarla junto a nosotras, que sorprenderles abriendo la caja de herramientas, en un momento inesperado y sin supervisión.

Gever Tulley y sus estudiantes en la Tinkering School

Aquí os dejamos un post que habla de cómo aproximarse con niños a las herramientas de forma segura, gracias a la colaboración con Nitdia Aznarez, de 3macarrons.

Lo que sucede cuando dejamos manejar herramientas de verdad a los niños

Cuando nos ponemos a su lado para enseñarles a usar una herramienta real, les estamos dejando valiosos mensajes:

  • Creo en ti y en tus capacidades
  • Confío en tu responsabilidad
Tinkering School

Esto le ayuda a generar confianza en sí mismos y a verse competentes, como decíamos antes.

Además, por supuesto podrán explorar nuevas habilidades. Podrán poner a prueba y desarrollar las capacidades físicas necesarias para el trabajo con herramientas. Trabajarán la perseverancia, además de la resolución de problemas y retos. Esto sólo por mencionar algunos de los beneficios.

Herramientas adaptadas para mayor autonomía

Si bien abogamos por que pongamos en sus manos herramientas de verdad, también recomendamos que en la medida de lo posible, sean de un tamaño y diseño adaptados a ellos y ellas. Afortunadamente, en el mercado existen marcas que se están especializando en ofrecer herramientas de gran calidad, hechas en un tamaño que hacen que puedan usarse con mayor autonomía y eficiencia.

Esto sin duda ayudará a que su manejo sea más placentero, divertido y fluido por su parte. Además es algo que quedará para años y años.

Ojo con las herramientas "reales" de mala calidad o en mal estado

También cabe mencionar que están apareciendo herramientas para niños que aparentemente son reales por estar hechas de metal. Simplemente invitamos a que se observe que sean herramientas sólidas. Si son cuchillos o sierras, que tengan una buena inserción de la hoja en el mango y un filo correctamente afilado. Creemos que estas herramientas que se promueven como de verdad, entrañan un riesgo aún mayor al no ser lo suficientemente consistentes y sólidas. Siempre acudid a marcas de confianza y preguntad sobre sus características. No os quedéis sólo con las apariencias.

Otra cuestión que nos parece importante recordar es que si una herramienta no es útil para una persona adulta porque ya no corta bien, o está en mal estado de uso, tampoco va a ser útil para un niño, que queriendo hacer uso de ella puede ponerse en riesgo. El cuchillo que se ha quedado en el fondo del cajón porque no corta, se lo damos a una peque para ir practicando y lo que ocurre es que tiene que usar mucha más fuerza de la necesaria, y no puede hacer un uso correcto de la herramienta. El riesgo de corte en esta circunstancia es mucho mayor que si el cuchillo tiene el filo adecuado y se adapta en el tamaño a la mano de quien lo vaya a usar. 

Existe la gradualidad en el riesgo

Por último, tener en cuenta que podemos acercar a los niños a herramientas con elementos de riesgo de más bajo a más alto. Saber que son competentes incluso con edades cortas, no significa que lo primero que tengamos que poner en sus manos sea una navaja. O quizá sí, sólo tú como madre, padre o docente, tiene esa intuición por ser quien mejor le conozca. 

Si no sabemos muy bien cómo empezar, pero sabemos que sí queremos fomentar el uso de herramientas de verdad, podemos ofrecer en primer lugar herramientas que entrañen un menor riesgo: destornilladores, peladores, martillos o escofinas, por ejemplo, y poco a poco ir subiendo en nivel de riesgo. Muchas veces es más el adulto y no tanto la niña, quien tiene que tiene que ir ganando seguridad y confianza a la hora acompañar estos procesos. La serenidad y un ambiente tranquilo y sin tensión, son importantes. Si te pone nerviosa verle manejar un cuchillo, no empecéis por ahí. Daos tiempo y llegará.

**Nota sobre la alusión de los distintos sexos: usamos en el texto femenino y masculino de forma alterna.

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