Jugar con barro y con los charcos tras la lluvia es algo que niños y niñas adoran hacer. Como suele decirse, un síntoma de hacerse mayor, es que en lugar de saltar en el charco, lo esquivas. Aunque quizá después de leer este post, dejes de pensar que saltar en los charcos sea cosa sólo de niños y niñas.
Nos encontramos en una entrega más de nuestra serie de “Charcos y Herramientas” junto con María Mayorga de In Natura y Bibiana Marful de Nenea, medrar creando. En esta ocasión hablamos del juego con barro y en los charcos.
Veremos por qué causa tanto reparo este tipo de juego, qué hace que en ocasiones no sea permitido. Por otro lado, daremos todo un buen repertorio de argumentos que esperamos puedan ir poco a poco quitando algunos de estos prejuicios y miedos ante esta forma, aunque no limpia, sí muy sana de juego en la infancia.
Porqué se evita a niños y niñas jugar en los charcos y el barro
Es muy frecuente que cuando un niño, niña o incluso bebé, se va a lanzar a un charco o va a meter sus manitas en el barro, se le haga un bloqueo verbal en forma de “ahí nooooo”, o incluso físico, impidiendo el paso o levantando en volandas antes de que ocurra la inmersión.
Hay aquí dos creencias que están muy arraigadas: la primera es que, sobre todo estando en invierno, si se mojan van a coger frío y se van a resfriar. Da para todo un post aparte, y llegará, pero hoy día se sabe que el frío en sí mismo no es causa de enfermedad, sino los virus y otros patógenos que campan a sus anchas (en espacios cerrados sobre todo, por cierto) en las épocas de otoño e invierno.
La segunda es que el barro es suciedad, y como tal, se asimila a si estuvieran tocando algo como la basura. Es decir, se considera algo sucio y antihigiénico. Pero más adelante veremos que lejos de ello, puede suponer un factor beneficioso para la salud en distintos aspectos.
Jugar en los charcos: porqué sí
Es un juego tremendamente divertido. Si te has olvidado de lo mucho que se puede llegar a disfrutar, o es algo que en tu propia infancia te fue prohibido, te invitamos a que lo experimentes con tu peque. Ponte unas botas, un buen pantalón de lluvia y ¡a charcar! (dícese del acto de saltar y jugar por los charcos, término acuñado por un peque de Nenea, medrar creando). Y a generar endorfinas de las buenas, para mejor bienestar psicológico.
Jugar en los charcos incita al movimiento: es necesario moverse a diario, y una forma de hacerlo es dejarse llevar por el desenfreno de los saltos y las carreras entre salpicaduras de charco.
Aunque también hay que decir que jugar en los charcos no sólo es saltar y correr. Con los charcos o los regueros de agua que se forman tras la lluvia, dándoles el tiempo suficiente, tienen una fuente excelente de experimentación y descubrimiento. Experimentan causa y efecto con su propio cuerpo. Con sus propias manos y otras herramientas pueden realizar auténticas creaciones y experimentos: circuitos de agua, presas, trasvases, barcas. Podéis ampliar información en este sentido con este post y este otro.
Y además los charcos en la tierra… ¡forman barro!
Jugar en el barro: porqué sí
La suciedad “natural” (lejos de fuentes de contaminación, patógenas y fecales) es necesaria. Como especie, hemos evolucionado en el medio natural, que está lejos de ser aséptico. Estar en contacto con la riqueza de microorganismos de la tierra y elementos naturales, nos confiere un sistema inmune fuerte y una microbiota diversa, especialmente si hay contacto con animales. Contar con una flora microbiana rica a edades tempranas, hace que se presente mejor estado de salud en general, menor riesgo de alergias y asma, e incluso puede prevenir la obesidad en la edad adulta. Así que repitamos el mantra “el barro no es caca” Sólo la caca es caca.
Además, se sabe que el barro contiene Mycobacterium vaccae, que mejora el estado de ánimo y reduce el estrés.
El contacto con el barro mejora la tolerancia en relación al sentido del tacto estando expuestos a estímulos naturales y diversos. Cuanto más temprana esta exposición, menos probabilidad de presentar problemas de integración sensorial (descartando que no sea otro tema de alta sensibilidad).
El juego con barro lleva asociados otros estímulos: temperatura, olor, e incluso sabor. Y sobre todo por estar al aire libre y en la Naturaleza, no es un elemento aislado: encontrarán palitos, piedras, distintas texturas….
Si les atrae, pero les cuesta meter las manos: hay que darle tiempo, no forzar ni hacer comentarios. A veces sólo observan y ven cómo otros interaccionan. Ofrecer objetos intermediarios puede ser una opción interesante: palos, palas, cucharas, etc. Además hay que tener en cuenta que cada peque puede tener un umbral de tolerancia a determinadas texturas o temperaturas. Este post de Tierra en las manos habla del tema.
Y por supuesto el barro es una infinita fuente de juego, creatividad y experimentación. Ya lo dice Tonucci, “el barro es el príncipe de los juguetes, no es nada y puede ser todo”.
Ropa impermeable para jugar en el barro y los charcos
Ahora vamos a acabar con esa grandísima pereza que nos da tener que enfrentarnos a un peque de barro hasta las cejas o mojadito hasta las axilas.
Una toalla a mano, una botella de agua y ropa de recambio suelen ser buenos aliados para poder afrontar una situación de juego desenfrenado. Aunque es cierto que a veces no estamos en un lugar cómodo, y con un cambio de ropa pueden tener frío o sentirse con incomodidad.
Por eso, prevenir grandes mojaduras y salir airosos hasta poder llegar a casa es llevar vestuario impermeable a mano, ya que se le pone sobre su propia ropa, juegan con toda tranquilidad (tú y ell@s), luego se quita y listo. La botella de agua puede seguir siendo útil si quieres quitar barro de las manos y no hay fuentes cerca. Por lo demás, no hay más que llevar una bolsa para meter la ropa impermeable si quieres quitarla antes de llegar a casa o al coche.
Si quieres saber cómo ponérsela apropiadamente para que le entre la menor cantidad de agua posible y que además puedan hacerlo con la mayor autonomía, te recomendamos este post escrito en conjunto con Miriam de Desde Aquí Arriba.
Esperamos que con esta información sientas que dejar jugar con barro y charcos a tu peque está siendo un acierto y todo un beneficio para su salud integral y que poco te importen las miradas de desaprobación y los comentarios. Además, siempre hay gente que al veros, conectará con su niño o niña interior y sentirán una complicidad total con la escena. Seguro que más de una sonrisa tierna conseguís arrancar 🙂
Directo en YouTube y Podcast
Aquí os dejamos nuestra conversación a tres sobre el tema en Youtube, donde además aportamos algunas claves más y algún contenido extra con el que puedes ampliar tu perspectiva sobre el juego con charcos y barro, ya seas madre, padre o docente.
También lo dejamos en versión podcast por si te es más cómodo para escuchar en el coche o mientras paseas.
Muchas gracias por leernos y si quieres, te leeremos en los comentarios.