“¿Cómo vamos a bajar al parque con el frío que hace?” “Ni se te ocurra salir, que se va a poner a llover de un momento a otro” “Mejor no salgas, que luego coges un catarro”…
Cuando nuestros peques quieren salir, muchas veces les frenamos con frases como las anteriores.
La especie humana se ha modelado durante miles de años en estrecho contacto con el medio natural y sus cambiantes condiciones meteorológicas. Buscar alimento o relacionarse no podía quedar supeditado a que hiciera “bueno o malo” Había que hacerlo con lo que había. Ahora, con nuestras comodidades modernas y la ausencia de gran parte de esas necesidades (la de socializar, ojo que sigue ahí) nos hemos desconectado de nuestra capacidad de hacer vida fuera independientemente del tiempo que haga (entiéndase, no en condiciones extremadamente adversas)
Niños y niñas vienen con esa capacidad de serie. No les molesta por lo general ni el frío ni que llueva. Hasta que poco a poco les va calando desde el entorno que estas condiciones son algo a evitar, y que incluso pueden ser nocivas porque el frío y la lluvia traen catarros y tos. Poco a poco nos vamos haciendo menos tolerantes a estas circunstancias.
Pensemos que, además, para un elevado número de personas, nuestra actividad principal se sucede entre cuatro paredes, y gran parte sentados en sillas. Nuestros niñas y niñas también. Necesitan – necesitamos – salir, movernos, aire y sol. Contacto con los elementos: lluvia, brisa… al menos un rato cada día. Si además puede ser en un entorno con algo de vegetación, ya….
Yo confieso que soy la primera a la que le da pereza e incomodidad el frío. Tengo en mi mochila todas esas limitaciones mentales. Además, soy mucho más amiga del calor. Sin embargo, también he aprendido, y mucho por convivir con personas de países con otra mentalidad a este respecto que: ni pasa nada, ni es peligroso, que si te vistes adecuadamente es hasta muy satisfactorio salir en invierno. ¡Salir siempre sienta bien!
Así que, ¿qué nos frena a salir al aire libre con niños y niñas?
¿Miedo a enfermar? El frío per se no enferma, sino los patógenos que campan más a sus anchas en épocas invernales, y que, por cierto, cogemos sobre todo en los espacios cerrados.
¿Corporalmente lo pasas mal con el frío? Equípate y abrígate bien, a conciencia: a capas, protegiendo bien orejas, cabeza, pies y manos. Es tremendamente satisfactorio estar fuera con frío y a la vez sentirte confortable. Intenta no estar sin moverte. Y si lo estás, no te cortes, coge una manta y un termo con la bebida caliente que más te guste, y estate como una reina o un rey en tu banco mientas tus peques disfrutan jugando. Si llueve, prueba un buen chubasquero, pantalones impermeables y botas de agua, ¡es una gozada pasear así! ¡Salta en los charcos incluso! ¿por qué no?
¿Te da pereza? Puede pasar. Desde luego no todos los días está el cuerpo para ello, pero merece la pena el esfuerzo de vez en cuando, o al menos un rato. El movimiento ligado a este tipo de actividad física tan simple como moverse y caminar aporta mucho más de lo que pensamos a nuestra salud. Esto será un aporte extra para distanciarnos de patrones sedentarios. Piensa que además eres ejemplo de ello para que los peques adquieran también el hábito de moverse a diario. No todo es hacer deporte en las extraescolares. Salir a jugar, caminar, montar en patinete, y todo lo que implica salir a jugar libremente es vida para el cuerpo.
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